
Función terapéutica del Mandala
El Mandala actúa equilibrando nuestras emociones (hemisferio derecho) por medio de los colores y activa el lado lógico de nuestro cerebro (hemisferio izquierdo) a través de las formas geométricas sagradas. El Mandala enviará impulsos a la mente interna llegando a los receptores del cerebro donde se procesará y se obtendrá una reacción.
Como se ha dicho, el meditar con el Mandala sana tanto a nivel físico, mental y espiritual. Es muy probable que experimentes alteraciones en la consciencia, como la sensación de expansión de la misma. También suelen llegar “recuerdos” a la memoria consciente que los teníamos olvidados en el subconsciente, tales como traumas de la infancia, mandatos.
Permite de esta manera que afrontemos tales hechos y así sacar las “trabas” de nuestra mente, para poder superar nuestras limitaciones y expandirnos a nivel psicológico-espiritual y mejorando enfermedades del nivel físico provocando una reversibilidad en las mismas ya que es probable que el origen de éstas sea del orden emocional.
Se necesita la compañía de un facilitador ya que es un trabajo muy movilizador: aparecen preguntas que sólo un idóneo puede clarificar. Alguien con mucho conocimiento del ser humano, con riqueza espiritual y que vaya transitando su sendero con exquisitez sensorial de la noción de servicio.
Un Mandala siempre va a ser positivo cualquiera sea su color, pero resulta doblemente útil cuando nosotros ya hemos localizado algún problema y queremos resolverlo. Podemos ayudarnos eligiendo un color determinado, de acuerdo con el significado de los mismos como representante de nuestras emociones, actuaría de manera directa, acelerando el proceso armonizador y equilibrante.
Hay situaciones especiales donde se usan los Mandalas complementarios. (ver Talleres)